A partir del siglo XII, los caminos se
hicieron más seguros y se trazaron y construyeron. El intercambio entre
regiones se vio muy favorecido, por las nuevas rutas comerciales que eran vía
terrestre y vía fluvial.
Los primeros en consolidar fueron los
comerciantes venecianos y genoveses .
Posterior a esto el flujo se expandió al
resto de Europa potenciando así a otras ciudades como centros comerciales.
Las ciudades marcaban fechas especiales
para realizar ferias, las más famosas eran la de Champagne que estaba en
Francia.
Los monarcas y algunos señores locales les
interesaban el crecimiento del comercio por eso dictaron leyes para proteger a
los mercaderes.
Para las largas distancias se usaban el
comercio marítimo, por lo cual fue siendo más importante que el comercio
terrestre.
La primera gran ruta marítima se abrió en
el Mediterráneo. Ciudades como Venecia, importaban productos de lujo y
exportaban tejidos, armas y herramientas.
La segunda ruta fue la del Atlántico y el
Báltico que iba desde Lisboa y los puertos Castellanos del Cantábrico hasta el
mar Báltico. Se transportaban lanas, vinos, pieles, maderas y trigo.
El renacimiento del comercio en la edad media se
dejó sentir en toda Europa, pero hubo dos grandes focos donde éste se
concentró: Italia del
Norte y Flandes. Ambas eran zonas muy pobladas que se dedicaban
a la manufactura de tejidos, de objetos de metal y de cerámica.
La expansión del comercio permitió
establecer ferias libres, sociedad de banco, industrias y la circulación de
dinero.
Las ferias eran los centros donde se comerciaban productos,
donde llegaban mercaderes con grandes caravanas.
B15 Elisabeth y B24 Rahab
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