El nombre de esta celebración -Januca- proviene de la palabra "Janu", que significa "descansaron" y la partícula "ca", que representa el número "25". La palabra Januká manifiesta el descanso que se produjo el 25 del mes Kislev. Esto ocurrió en épocas del Segundo Templo Sagrado, de Jerusalén, cuando los griegos profanaron el Santo Templo, y más tarde los judíos lo recuperaron, purificaron y reinauguraron.
La tradición judía habla de un milagro, en el que se encendió el candelabro del Templo durante ocho días seguidos con una pobre cantidad de aceite. Esto dió origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender de forma progresiva un candelabro de nueve brazos llamado "januquia".
ORIGEN
El origen de Januká se remonta al tiempo de la dominación helénica en Israel. Este hecho comenzó con la expansión de Macedonia realizado por Alejandro Magno, en 332 a.C. En el siglo II a.C., con la llegada al poder de Antíoco IV Epífanes como rey de Siria (175 y 164 a.C.), profundiza el conflicto.
Antíoco IV Epífanes decidió "helenizar" a los judíos. Es decir, quería imponer las costumbres y creencias griegas, y unificar sus dominios con una misma cultura. Antíoco creó decretos contra los judíos, les prohibió practicar su religión, y ordenó quemar los "pergaminos de la ley".
Bajo el liderazgo de Yehudá Macabi, un grupo de judíos (que fueron llamados "macabeos" por su líder), se revelaron contra el poder griego. Se oponían a ir contra sus creencias religiosas. Y formaron legiones que guarecidas entre las montañas, atacaban a las tropas helénicas.
Cuando alcanzaron la victoria, los macabeos regresaron a Jerusalén y lo liberaron. El Santo Templo había sido profanado. La "Menorá" de oro (un candelabro de siete brazos) había sido robada. En su lugar los macabeos lo reemplazaron por una nueva Menorá hecha de un metal menos noble.
El aceite puro de oliva requerido para el ritual era muy escaso, apenas para un solo día. Sin embargo, milagrosamente se mantuvó encendido ocho días. El pueblo judío interpretó este suceso como una señal de que Dios volviá a darles su protección. En conmemoración a este milagro, la tradición judía sigue celebrando esta festividad durante los ocho días de Januká, como un agradecimiento eterno que se simboliza en el encendido de las velas del Menorá.
CELEBRACIÓN
Durante esta festividad se prende una "januquia" o candelabro de ocho brazos (más uno mayor). En la primera noche se enciende el brazo mayor y una vela, y cada noche se va aumentando una vela hasta el último día en el que todo el candelabro queda encendido por completo. A diario se hace un servicio de oraciones, y después de las comidas se realiza una bendición especial.
Es costumbre reunirse con familiares o amigos para el encendido de la "januquia" y hacerse regalos. Los niños acostumbran a jugar con un "dreidei". En esas reuniones se preparan comidas especiales, tortas de patata, bolitas de masa rellenas de mermelada, y otras preparaciones fritas.
Según la Halajá (ley judía), Januká no es una festividad como Sabat, en el sentido de que no existe prohibición de realizar las tareas que se prohíben en el Sabat. Se trabaja normalmente, y las escuelas no cierran; aunque en Israel si las cierran.
C19 ABIGAÍL C23 BETSABÉ
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