Numerosos cristianos han sufrido persecuciones por
parte de no cristianos e incluso de otros cristianos de creencias diversas o
más o menos estrictas durante la historia del cristianismo.
Tales persecuciones tienen o tuvieron varios grados de
intensidad, desde el arresto sin garantías, la mengua de derechos públicos, el
encarcelamiento, el azotamiento y la tortura,
hasta la ejecución, llamada martirio,
pasando por el pago de un impuesto suplementario —como el caso de los mozárabes—,
la confiscación de sus bienes o incluso la destrucción de sus propiedades, su
arte, sus libros y sus símbolos o la incitación a abjurar de sus principios y
delatar a otros cristianos.
Los cristianos somos -con mucha frecuencia- objeto de ellas.
Se estima que nada menos que un 80% de las persecuciones religiosas actuales
apunta o se dirige contra los cristianos, en sus distintas denominaciones.
Esas persecuciones ocurren en algunas naciones musulmanas,
por cierto. Pero también existen en China, Cuba y en los más diversos rincones
de África. Desde Egipto a Nigeria. Y en los países del centro de África. Por
año, como consecuencia de las persecuciones religiosas, mueren aproximadamente
unos 10.000 cristianos. Los mártires, queda visto, no son cosa del pasado.
Ejemplos de cristianos perseguidos:
Muerte de
Esteban
El Nuevo Testamento relata la lapidación de Esteban (Hechos 6:8-7:60) por miembros del Sanedrín. Esteban es recordado en el cristianismo como el primer mártir (del griego :mártÿros, ‘testigo’).
Saulo de Tarso (Pablo)
La ejecución de Esteban fue seguida de una gran
persecución de cristianos (Hechos 8:1-3), dirigida por un fariseo llamado Saulo Pablo
de Tarso, enviando a muchos cristianos a prisión. Según el Nuevo
Testamento, esta persecución continuó hasta que Saulo se convirtió al
cristianismo (y cambió su nombre a Pablo), tras decir que había visto una luz
brillante y oído la voz de Jesús en el camino hacia Damasco,
donde estaba viajando para encarcelar a más cristianos (Hechos 9:1-22).
Hechos 9:23-25 dice que «los judíos» en Damasco
trataron entonces de matar a Pablo. Estaban esperándole en las puertas del
pueblo, pero los evadió al ser bajado sobre el muro de la ciudad en una canasta
por otros cristianos y luego escapó hacia Jerusalén. Comprensiblemente, tuvo
dificultad al principio para convencer a los cristianos de Jerusalén que él, su
antiguo perseguidor, se había convertido y de que ahora estaba siendo
perseguido a su vez (Hechos 9:26-27). Otro atentado se hizo contra su vida,
esta vez por «los grecianos» (KJV), refiriéndose a un grupo de judíos helenistas (Hechos
9:29), a quienes él debatió mientras estaban dentro y alrededor de Jerusalén.
A24 JOSÉ
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