Mercados y ferias
En las ciudades, los que solían tener mayor influencia en la gente eran los mercaderes. Fueron los que favorecieron en desarrollo urbano e industrial. Al crecer los negocios, se establecen en la ciudades, abren las sucursales, las agencias, organizan los transportes terrestres y marítimos e incluso llegan a intervenir en la fabricación de los mismos productos los cuales posteriormente vendían a la gente. También tansportaban o compraban las materias primas y las repartían entre diversos artesanos, y por último, vendían o transportaban lejos los productos terminados, cambiándolos por mercancía. Desde muy pronto, estos tuvieron que agruparse en corporaciones llamadas Guildas o Hansas del Norte. Consiguieron posiciones privilegiadas al frente de municipios burgueses, así, en París, el preboste de los mercaderes. Pero los riesgos eran grandes: había que organizar caravanas, colocarse —pagando un censo—bajo la protección del señor de los territorios que se atravesaban, y esto no impedía que las bandas de salteadores desvalijaran las caravanas. Por ello, preferían recorrer sólo parte del camino, hasta los lugares de reunión donde se podía encontrar las mercancías llegadas de otras regiones.
Las ferias eran los puntos de reunión de los mercaderes que seguían las rutas terrestres. Las de Champaña se contaban entre las más célebres. Eran el lugar de cita de los mercaderes procedentes de Flandes y de Italia, las dos zonas industriales más desarrolladas del Occidente medieval.Así, seis veces al año, entre la primavera y el invierno, una inmensa aglomeración de tiendas de campaña y otros habitáculos surgía en las pequeñas aldeas de Champaña. Un servicio de policía encargado de los mercados, y tribunales rápidos y eficaces para arbitrar conflictos entre los mercaderes, eran puestos en funcionamiento por el conde.
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