Las bodas judías cuentan con ceremoniales, simbolismos, y rituales ancestrales, para bendecir y santificar la unión de la pareja. Todas se cumplen, si bien muchas se han ido modificando y evolucionando en el tiempo.
El matrimonio judío, se realiza mediante dos ceremonias diferentes y sucesivas. La primera, erusim, incluye bendiciones y la entrega del anillo a la novia, en presencia de dos testigos. Para separar entre las dos ceremonias se lee el contrato matrimonial, Ketubá. Seguidamente da comienzo a la segunda, nisuim, que consiste básicamente en las Siete Bendiciones, seguidas del rompimiento de la copa.

La Halajá, recopilación de las principales leyes judías, dispone que para evitar una excitación extrema en la novia que pueda causar un sangrado vaginal o la regla, que impida la celebración, lo adecuado es no verse con el prometido durante la semana precedente a la boda. Esto además aumentará la expectativa y dará emoción al evento.
El esposo cierra la ceremonia rompiendo una copa, para recordar la destrucción del templo de Jerusalén y el destino nacional y espiritual del pueblo judío.
Los esposos, cubiertos bajo un mismo manto, escuchan las oraciones finales del rabino, y el novio rompe, con un pisotón, una copa colocada a sus pies. Simboliza la pena y dolor por la destrucción del Templo, y evoca que aún en los momentos más felices y alegres del casamiento, se tiene el recuerdo de la destrucción del Templo de Jerusalén.
B25 Daniel y B06 Isaías
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