El Imperio otomano, también conocido como Imperio turco
otomano, fue un Estado gobernado por la dinastía osmanlí. También era conocido
como el Imperio turco, aunque los gobernantes osmanlíes jamás utilizaron ese
nombre para referirse a su Estado.
El Imperio otomano empezó siendo uno más de los pequeños
estados turcos que aparecieron en Asia Menor durante la caída del Imperio
selyúcida. Los turcos otomanos fueron controlando y conquistando poco a poco a
los demás estados turcos, consiguieron sobrevivir a las invasiones mongolas y
bajo el reinado de Mehmed II (1451-1481) acabaron con lo que quedaba del
Imperio bizantino.
En su máximo esplendor, entre los siglos XVI y XVII se
expandía por tres continentes, ya que controlaba una vasta parte del Sureste
europeo, el Medio Oriente y el norte de África: limitaba al Oeste con
Marruecos, al Este con el mar Caspio y al Sur con Sudán, Eritrea, Somalía y
Arabia. El Imperio otomano poseía 29 provincias, y Moldavia, Transilvania,
Valaquia y Crimea eran Estados vasallos bajo su poder.
Durante el siglo XIX, varios de los territorios controlados
por el Imperio otomano se independizaron, sobre todo en Europa. Las seguidas
derrotas en guerras y el momento de mayor esplendor de los nacionalismos dentro
del territorio otomano llevaron a la progresiva caída del poder del imperio. Su
participación en la Primera Guerra Mundial continuando con la ocupación de
Constantinopla y la aparición de los movimientos revolucionarios dentro de
Turquía, acabó dándole el golpe mortal y ese momento fue cuando el Imperio
otomano se fracturó. El imperio bajo la dirección de un sultán fue anulado el 1
de noviembre del año 1922 y un año después, el califato, también fue anulado.
Los movimientos revolucionarios que lo habían derrotado anteriormente se
agruparon y fundaron, el 23 de octubre del año 1923, la República de Turquía.
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