LAS RUTAS COMERCIALES

El comercio marítimo adquirió una gran importancia ya que proporcionaba más capacidad y velocidad. La primera ruta marítima que se abrió en el Mediterráneo. Ciudades del sur de España comerciaban con los puertos de Oriente Próximo y con el Imperio Bizantino. Se introdujeron en otros países productos de lujo y a cambio recibían tejidos, armas y herramientas.

Más tarde se empezaron a realizar rutas por el Atlántico y por el Báltico (La Hansa), desde Lisboa y la costa Cantábrica hasta los puertos de este mismo mar. Se llevaban lanas, vinos, pieles, madera y trigo.  Estas mercancía se destinaban hacia los países bajos, concretamente Brujas y Gante, desde allí se comerciaba con ellos en los mercados.

En esta época era habitual la ausencia de muelles en algunos puertos. Las naves se quedaban en las aguas y pequeñas embarcaciones transportaban las mercancías hasta la playa. En el siglo XIII los barcos que iban impulsados por remos se cambiaron a las naves de vela, una de las razones fue porque había más sitio en la bodegas para guardar los productos.

Uno de los más famosos comerciantes que realizaba estas rutas fue el veneciano Marco Polo en el siglo XIII. Recorrió toda la ruta de la seda, una ruta comercial que se extendía por toda Asia y el Pacífico, llegando hasta China. Todas sus experiencias las recopiló en una obra que llamó “El Libro de las Maravillas”.

Con estas rutas la economía se estabilizó y hizo necesaria la circulación de la moneda, desde ese momento muchas ciudades empezaron ha tener una propia . Las monedas se clasificaban por el valor de sus materiales, primero estaban las de oro, después las de plata y por último las que estaban hechas por aleaciones de plata y bronce, cuanta menos plata su valor era inferior. También se difundió los depósitos de dinero y los préstamos, en ellos a cambio se entregaba un recibo (letra de cambio). El propietario podía usarlo como moneda de cambio en negocios o compras.

B13 Miriam y B20 Judit