Durante algunos siglos en la Baja Edad Media, entre el siglo X y XV, la estabilidad económica y social procedente de las Cruzadas y el desarrollo comercial respaldaron un tiempo de relativa prosperidad. Sin embargo, la propagación de la peste negra en la Europa medieval llevó a un proceso muy violento de la crisis económica donde la mano de obra disponible se convirtió en mucho más pequeña y, en consecuencia, impedía el equilibrio entre la producción agrícola y la demanda de alimentos.
La escasez de alimentos empujó a muchos propietarios a promover el aumento de impuestos y derechos sobre la clase servil. A través de esta medida, los propietarios pretendían garantizar el mantenimiento de su nivel de vida y, al mismo tiempo, evitar que los campesinos abandonasen sus dominios con facilidad.
Como en el siglo XIV se vio sacudido por una serie de factores (guerras, pestes, hambres, etc.) que cambiaron radicalmente el panorama agrario y urbano, teniendo repercusiones muy importantes especialmente en el medio rural donde abundaron los despoblados, abandono de tierras, venta o concentración de propiedades, etc. Señalábamos allí el hecho de que, quienes tenían como fuente principal de ingresos las rentas procedentes del sector agrario (alta y baja nobleza, monasterios, cabildos, etc.), sufrieron en mayor o menor grado la crisis, según el nivel de dependencia de dichas rentas. Se calcula que el nivel de las rentas descendió entre un 30 y un 50%.
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