Las partes de la ciudad
Las ciudades medievales solían estar ubicadas en una emplazamiento próximo a las principales vías de comunicación, como las antiguas calzadas romanas. Estaban acostumbrados a situarse en un territorio donde abastecían sus necesidades mas importantes. Las ciudades medievales se desarrollaron con la expansión agrícola iniciada en el siglo XII que generó prosperidad económica y favoreció los intercambios comerciales, que se realizaban en núcleos urbanos ya existentes, aunque despoblados desde el fin del Imperio Romano. Estos intercambios también se llevaban a cabo en los castillos y en los monasterios del feudo, especialmente si estaban situados en alguna ruta comercial transitada o tenía puerto.
Las ciudades medievales estaban completamente rodeadas por murallas, que se iban ampliando a medida que la ciudad crecía. Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos. Las ciudades se convierten ahora en dinámicos centros económicos, gracias a la llegada de numerosos artesanos, comerciantes y humildes campesinos que abandonan sus tierras animados por las mayores oportunidades de trabajo que había en ellos. Aparece así un nuevo grupo social conocido como burguesía.
Como era la urbanización:
En el centro de la ciudad solían haber una plaza, alrededor de la cual se situaban los edificios mas importantes: el ayuntamiento, el mercado, la lonja y las catedrales.
Los nobles, y en ocasiones los monarcas, se hicieron construir lujosos palacios en los centros urbanos.
La mayor pate del espacio lo ocupaba las viviendas con patios y huertos, pero también había hospitales, escuelas, hospederías y numerosos edificios religiosos.
Las calles eran estrechas, sucias, escasamente empedradas, sin aceras y apestaba a agua de alcantarillas. Esto provocaba numerosas enfermedades. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.
Las partes de la ciudad
Las ciudades medievales solían estar ubicadas en una emplazamiento próximo a las principales vías de comunicación, como las antiguas calzadas romanas. Estaban acostumbrados a situarse en un territorio donde abastecían sus necesidades mas importantes. Las ciudades medievales se desarrollaron con la expansión agrícola iniciada en el siglo XII que generó prosperidad económica y favoreció los intercambios comerciales, que se realizaban en núcleos urbanos ya existentes, aunque despoblados desde el fin del Imperio Romano. Estos intercambios también se llevaban a cabo en los castillos y en los monasterios del feudo, especialmente si estaban situados en alguna ruta comercial transitada o tenía puerto.
Las ciudades medievales estaban completamente rodeadas por murallas, que se iban ampliando a medida que la ciudad crecía. Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos. Las ciudades se convierten ahora en dinámicos centros económicos, gracias a la llegada de numerosos artesanos, comerciantes y humildes campesinos que abandonan sus tierras animados por las mayores oportunidades de trabajo que había en ellos. Aparece así un nuevo grupo social conocido como burguesía.
Como era la urbanización:
En el centro de la ciudad solían haber una plaza, alrededor de la cual se situaban los edificios mas importantes: el ayuntamiento, el mercado, la lonja y las catedrales.
Los nobles, y en ocasiones los monarcas, se hicieron construir lujosos palacios en los centros urbanos.
La mayor pate del espacio lo ocupaba las viviendas con patios y huertos, pero también había hospitales, escuelas, hospederías y numerosos edificios religiosos.
Las calles eran estrechas, sucias, escasamente empedradas, sin aceras y apestaba a agua de alcantarillas. Esto provocaba numerosas enfermedades. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.
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