CRECIMIENTO DE LAS CIUDADES
Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento, la Iglesia,
las lonjas y los palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía
en barrios, cada uno tenía su propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado
por calles estrechas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.
Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos.
El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también los animales domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos habitantes. Por todo esto, las enfermedades eran frecuentes. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.
Las ciudades medievales se
desarrollaron con la expansión agrícola, que empezó en el siglo XII la cual
generó prosperidad económica y favoreció los intercambios comerciales, que se
realizaban en núcleos urbanos ya existentes, aunque despoblados desde el fin
del Imperio Romano.
A estos centros acudían los campesinos a
vender sus excedentes (cereales, fruta, carne...), a la vez que compraban
artículos de uso cotidiano elaborados por los artesanos (herramientas cerámica,
ropa, etc). Estos últimos, poco a poco, fueron estableciéndose allí, creando
nuevos barrios de artesanos y mercaderes denominados burgos por eso a
los habitantes de estas nacientes ciudades se les llamaban burgueses.
Las ciudades medievales estaban rodeadas de
murallas altas para su protección. En sus puertas se cobraban los impuestos
relacionados con las mercancías que entraban en la ciudad. Estas se cerraban
por la noche pero por el día permanecían abiertas.
Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos.
El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también los animales domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos habitantes. Por todo esto, las enfermedades eran frecuentes. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.
c11 Mariam y c14 Agar
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